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Los ojos amarillos de los cocodrilos

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Lo compré el día antes de embarcarme en mi viaje a Escandinavia, por su argumento y su grosor. No calculé mal, porque me ha gustado y me ha durado justo la semana del viaje. 🙂

La historia es sencilla y no tiene argumentos deslumbrantes ni grandes intrigas, en mi opinión. Simplemente la evolución de una mujer que desconoce sus posibilidades. Las circunstancias de la vida la pondrán a prueba para dar lo mejor de sí y descubrirse, aceptarse y quererse. La interacción de los personajes y las historias que se cruzan hacen al libro muy entretenido.

Os dejo mi selección de los mejores párrafos:

«Era como si recuperase el tiempo perdido: de pequeña no tenía derecho a llorar. Un gesto de llanto y venía la bofetada, que silbaba en el aire y llegaba para quemarle la mejilla. Comprendió, mientras derramaba las lágrimas, que estaba tendiendo la mano a esa niña que nunca había podido llorar, que era una manera de consolarla, de tomarla en sus brazos, de hacerle un pequeño sitio a su lado. Es extraño, se dijo, tengo la impresión de desdoblarme: la Josiane de treinta y ocho años, astuta, determinada, que sabe llcar las riendas de la vida sin ser vapuleada, y la otra, la niña de cara sucia y torpe a la que le duele la tripa de miedo, de hambre, de frío. Llorando, las reunía a las dos y se sentía bien con ese encuentro»

«A joséphine le hubiese gustado detener el tiempo, quedarse con ese momento de felicidad y guardarlo en una botella. La felicidad, pensó, está hecha de pequeñas cosas. Siempre se la espera con mayúsculas, pero llega a nosotros de puntillas y puede pasar bajo nuestras narices sin darnos cuenta.»

«Tengo que retener este instante. Tiene que durar un poco más para que se imprima en mi memoria. El momento en el que él ha dejado de ser el hombre que amo y me tortura para convertirse simplemente en un hombre, un compañero, no un amigo todavía. Medir el tiempo que he tardado en llegar a este resultado. Saborear este momento en el que me desligo de él. Hacer de ello una etapa. Pensar en este momento preciso me dará fuerzas más tarde, cuando flaquee, dude, pierda valor. (…) Una señal en el camino. Gracias a este momento, seré más fuerte y podré continuar avanzando sabiendo que hay un sentido, que todo el dolor que he acumulado desde que se fue se ha transformado en un paso adelante, en una progresión invisible. Ya no soy la misma, he cambiado, pero no ha sido en vano.»

Mi favorito:

«La vida es una persona, una persona que hay que tomar por compañera. Entrar en su corriente, en sus remolinos, a veces te hace tragar agua y te crees que vas a morir, y después te agarra el pelo y te deja más lejos. A veces te hace bailar, otra te pisa los pies. Hay que entrar en la vida como se entra en un baile. No parar el movimiento llorando por uno, acusando a los demás, bebiendo, tomando pastillitas para amortiguar el choque. Bailar, bailar, bailar. Pasar las pruebas que te envía para hacerte más fuerte, más determinada.»

«Más tarde se había preguntado desde cuántos ángulos podía percibirse una misma persona y qué angulo era el bueno. Y si los sentimientos que se albergaban hacia esa persona variaban según el ángulo… (…) Entonces, ¿en qué se basa el nacimiento de un sentimiento? ¿En una impresión fugaz, fluctuante, cambiante? ¿En un ángulo que se desplaza, dando lugar a una ilusión que proyectamos sobre los demás?»

«Quería coger todos sus sufrimientos para que no tuviese penas, para que caminase hacia delante, despreocupada y ligera…. Hubiera dado mi vida por ella. Lo hacía con torpeza, pero porque la amaba. Se es siempre torpe con la gente que amamos. Los aplastamos, los sobrecargamos con nuestro amor»

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Batallando con el mundo Desde mis Brumas

El pasado con patitas

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Las personas tendentes a la melancolía, aunque sea optimista, tenemos la costumbre de mirar de vez en cuando hacia atrás. De buscar que fue de aquellos que ya no estan en nuestra vida. Esos a quien quisimos y de alguna manera queremos, pero por su decisión o por acuerdo, decidimos no seguir en contacto. En este mundo cada vez mas pequeño en distancias y conexiones, no es difícil toparte con posos del pasado.

Redes sociales abiertas, donde encuentro incluso una foto de mi boda. Esa yo tan distinta a la que siento hoy. Más entregada, más ingenua, más insegura, mejor para unos y peor para sí misma. Una foto de él en el que fue nuestro hogar, tan lejano, donde áun habitan mis gatos, donde yacen enterrados los sueños pasados, en la misma tierra donde naceran las flores de su nueva primavera.

Redes sociales cerradas, cada vez más difíciles de encontrar. Desconsuelo por los que no quieren ser encontrados. Desazón por no ser capaz de simplemente no volver a pensarle. ¿Es posible? ¿Es ansia de controlar a los demas? ¿Quiero controlar incluso mi recuerdo en su retina?

Sea como sea, puertas abiertas o cerradas, el pasado tiene patitas y corretea a su antojo por los archivos de mi mente. Se refugia en carpetas cada vez más inaccesibles y comprimidas. Me limito a acceder a la carpeta de archivos recientes, con ansias por ampliar mi biblioteca de sensaciones y experiencias.

Diseccionemos a los que ya no están en el presente y quedémonos con aquellos instantes, con aquella persona que sí fue la nuestra durante un tiempo. Ni yo soy la que era, ni ellos tampoco. Posiblemente compartiríamos un café con una nube de extrañeza. Las ganas de abrazar y sentir cerca quien compartió años a nuestro lado se mezclan con la desorientación, la incomodidad, la voluntad de no dañar. Ni ellos son mi Él, ni yo soy su Ella.

Cayeron pieles de serpientes renovadas.
Voló como Ave Fénix mientras yo le observé alejarse.

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Mirada de otoño

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Creo que si mis ojos fueran una estación, serían sin duda el otoño…

El otoño siempre me ha generado melancolía.Volver a las obligaciones, ver marchitarse el verano, sentir frío,… Sin embargo, cambia la mirada cuando el otoño dibuja en colores, satisfecho, tras la plenitud del verano. Recuerdo una excursion que hice con mis padres hace ya algunos años, ni ellos ni yo se habían divorciado. La llevo dentro con cariño porque hicimos juntos un viaje breve en el que todo fue fantástico. Recorrimos el Parque Natural de los Ancares, en Lugo, una zona impresionante y maravillosa. Toooodas las montañas estaban repletas de colores: verdes, amarillos, rojos vivos, naranjas, marrones. Un mosaico de belleza que adquiría aún más esplendor con los rayos del sol.

En aquel viaje llovía y hacía frio. Tomamos caldo galego en una palloza y de manera mágica apareción una banda de gaitas que estaba ensayando para una cena que habría despues. Cogimos en aquel viaje unos 20 kilos de castañas deliciosas, mientras llovía; ibas viendo una y otra, entre las hojas secas, y no podías parar de recogerlas. Compartimos mucho en aquel viaje: buena comida gallega (nunca falta), momentos de complicidad y magia, naturaleza, cercanía y tranquilidad. Quizá fue un día y medio, pero yo no olvidaré nunca. Da igual lo que vino después, las separaciones y las tristezas, yo me quedo con aquellos momentos, esa vista sobre las montañas gallegas pintadas de colores.

¿Y a qué viene esto? Pues simplemente os iba a hablar del maravilloso otoño de Oslo y se me ocurrió que no es maravilloso por ser noruego, sino por ser otoño. Y el otoño nos envuelve y nos mece a todos los de este lado del mundo; nos susurra palabras tranquilizadoras mientras llegan los fríos, nos va quitando las hojas poco a poco… despacito… para no hacer daño. Hasta quedarnos desnudos y temblones, limpios, para volver a renacer con las hojas verdes.

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Otoño de la cabeza a los pies. Desde los pies, hasta el alma… 😉

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Otoño en Estocolmo

Mientras España recibe al otoño por la puerta grande,yo me encuentro con un dulce frío otoñal en esta ciudad tan joven y dinámica. Me han cautivado las zonas próximas al mar, isletas, barcos atracados, árboles empapados de otoño y muchas ganas de explorar. El cansancio y las obligaciones me mantienen un tanto cautiva pero mañana será otro día en el que seguramente me encontraré nuevas miradas de Estocolmo. A continuación lo mejor de hoy. 🙂 Mañana más!
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Zaz

Hoy he tenido varios regalos. Alguna buena noticia, personas agradables con las que trabajar, unos comentaristas de lujo y un mail de mi amigo Tongue recomendandome a ZAZ. Tuvo que pasar desapercibida su recomendación en otro mail, pero sin duda le agradezco el recordatorio porque me está encantando descubrirla y escucharla. Es diferente, especial, y con muchisimo carisma. Me transporta al París que más me gusta, el de Montmartre, el de los cantantes callejeros, el de el encanto en cada rincón…

Que ganas tengo de llevarla en el iPod! Gracias Tongue! Espero que para vosotros también sea un descubrimiento agradable, navegantes.
¡Feliz fin de lunes! (ya estamos más cerca del viernes!) 🙂

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Mapas y maletas: Estocolmo

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Este trajín laboral que llevo de manera casi constante, hace que me ausente injustificadamente de mis brumas, muchas veces acumulando cosas que contar y posts que se evaporan. Quizá por querer escribir de una manera más global, resumiendo viajes, o elaborando posts sobre mi manera de ver la vida, a veces no cuento con el tiempo o los recursos necesarios para mantener el blog tan vivo como quiero.

Así que he tomado la determinación de escribir quizá de una manera más fugaz, más estilo cuaderno de bitácora cuando esté de viaje. A estos posts los catalogaré por Mapas y Maletas, que es realmente como resumo estas vivencias laborales, recorriendo ciudades europeas y descubriéndome en ellas.

Empezamos. En esta segunda temporada de viajes, voy sola. Antes del viaje siento una mezcla de incertidumbre y desasosiego, una cierta pereza por alejarme de mi nido. Al fin y al cabo, la tranquilidad y seguridad es lo que más reconforta a una parte de mi, a la niña creo. Mientras que los retos y el autodescubrimiento, motiva y empuja a a mi parte más aventurera.

Hoy he volado a Oslo y después a Estocolmo. Me ha maravillado contemplar desde el aire la silueta de Dinamarca, sobrevolar Noruega y descubrir unos bosques tupidos de abetos inmensos y árboles, lagos esculpidos entre valles y montes. Intensas brumas envolvian Oslo en una lluvia fría de otoño, contrastando con un Estocolmo mucho más amigable y despejado que me recibió con un suave y precioso atardecer (foto aerea).

Y entre trajín, problemas que se presentan, y yo me descubro en ellos mucho mas serena, aún nerviosa por los contratiempos, pero al fin y al cabo comedida, sujetando las riendas de las emociones, dando a la niña una piruleta para que se tranquilice.

Viajar sola tiene cosas buenas y cosas malas, por supuesto. No tengo con quien cenar o salir a tomar algo, pero yo misma organizo mi trabajo a mi manera, elijo los lugares en los que más me apetece cenar, me llevo de paseo y me rio y hablo a mi misma de las cosas que me llaman la atención. Ya me voy conociendo y se lo que me gusta, ventajas tendría que tener eso no? No compromisos, solo yo con mis circunstancias. Creo que ya me voy llevando mejor conmigo, aunque a veces tenga mis peleas, seguidas de reconciliaciones, como las de los amantes apasionados. Quizá consiga amarme algún dia como puedo llegar a amar a los demás. Parece un sueño pero… ¿por qué no? Por intentarlo no será…

Mientras tanto, encontrando(me) más el norte que nunca, deseo fervientemente encontrarme en mi cama con mi nuevo libro,regalito motivador para este viaje que estoy devorando y disfrutando, «Los ojos amarillos de los cocodrilos». Algún trocito tengo ya marcado… a ver si puedo traerlo estos días!

Dulce semana, navegantes.
Namasté.

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Viajera

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Image by Lilyana

Viajera… Serena, inquieta, valiente, morena.
Nocturna, salvaje, aferrada, descubridora.
Palpitante, nerviosa, controladora, insegura.
Trabajadora, guerrera, peregrina, eterna.
…….
…..

..
.
.
.
Testigo
presente
de
mi
propio
camino
.
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«sometimes, somehow,
moon finds a cradle in traffic lights…
…and it works out…….it works, out…….»

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Ni de Adán ni de Eva

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Este verano, antes de mis vacaciones, tenía ganas de apasionarme por un libro y aunque había disfrutado las últimas lecturas, finalmente recurrí a mis «clásicos» para desaparecer en sus libros. Me compré Kafka en la orilla, de Murakami y Ni de Adán ni de Eva, de Amelie Nothomb. Hoy os hablaré de este libro que me duró solamente dos días. Ese es el mayor indicativo. Lo disfruté, me reí y me trasladé a su mundo y a su escritura ingeniosa con un estilo propio.

Para quienes no la conozcáis, este es el cuarto libro de su auto biografía, precedido por Metafísica de los tubos, Biografía del Hambre y Estupor y Temblores. Mientras que en éste último narraba sus experiencias trabajando en una multinacional japonesa, ahora se centra en la misma época y su relación con Rinri, un joven japonés al que conoce dando clases de francés. Os dejo dos trocitos de los muchos que he marcado. Podéis leer el libro tranquilamente aun sin haber leído los anteriores, aunque los recomiendo todos!

«….
– A los cinco años supe que no era lo bastante inteligente.
– Es falso. A los cinco años supiste que no habías sido seleccionado.
– Sentí que mi padre pensaba: «No pasa nada. Es mi hijo, ya ocupará mi lugar». Mi vergüenza empezó entonces, y todavía dura.
Lo abracé contra mí, murmurando palabras de consuelo, asegurándole que era inteligente. Lloró durante mucho rato y luego se quedó dormido.
Fui a contemplar la noche sobre una ciudad en la que, cada año, la mayoría de los niños de cinco años se enteraban de que habían fracasado en la vida. Me pareció escuchar un concierto de lágrimas contenidas. »

«Me hacía feliz.
Siempre me alegraba de verlo. Sentía por él amistad y ternura. Cuando no estábamos juntos, lo echaba de menos. Así era la ecuación de mi sentimiento hacia él y aquella historia me parecía maravillosa.
Por eso mismo temía declaraciones que habrían exigido respuestas o, peor aún, reciprocidad. En semejante registro, mentir constituye un suplicio. Descubrí que mi miedo era infundado. Rinri solo esperaba de mí que lo escuchara. ¡Cuánta razón tenía! Escuchar a alguien es lo más. Y yo le escuchaba con fervor.
Lo que sentía por aquel muchacho ono se correspondía con ninguna palabra del francés moderno, pero en japonés el término adecuado era koi. En francés clásico, koi puede traducirse por gusto. Sentía gusto por él. Era mi koibito, aquel con el que compartía el koi: su compañía era de mi gusto.
En japonés moderno, todas las parejas casadas califican a su pareja de koibito. Un pudor visceral destierra la palabra amor. Salvo accidente o ataque de delirio pasional, nunca se emplea esa inmensa palabra, que se reserva para la literatura o cosas así. Había tenido que tocarme el único nipón que no despreciaba ni ese vocabulario ni los modales ad hoc.»

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De todo un poco Retazos Sentimientos

Viva

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Una maravilla que me he encontrado hoy tras descubrir en Twitter a un Turista en Tu pelo. Me encanta como combina texto, imagen y sentimiento. Todo un artista. Aquí su blog y aquí su Twitter.

Mmmmmm…. me encanta!

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Mi primer día

Una amiga me recomendó escuchar esta canción y anoche me transmitió un enorme buen rollo para comenzar la semana. Hacía tiempo que tenía ganas de escuchar este grupete y este es el motivo para buscar alguno de sus discos. Espero que a muchos de vosotros os ayude a llevar mejor el otoño, las lluvias y el lunes! Si lo sumamos todo, es un dia duro!

Yo seguiré tarareando mientras las gotas de lluvia acarician la ventana… 🙂
¡Feliz semana!