Vista de las cascadas de Krimml en Austria hace no muchos días… (aish)
…Todo transcurre sin pausa, como el caudal de un río,
unas veces con más furia que otras.
Furia que te hace olvidar el tiempo, permanente protagonista,
banda sonora de nuestra película.
Siempre un otoño por delante, una melancolía en los posos del verano.
Las hojas secas arropan los pies y abrigan la nostalgia.
Aroma a lluvia de madrugada, sentimientos de irremediable presente.
Aceptación batallando con resignación. Y todo transcurre como siempre…
Las noticias se repiten, el mundo gira y en algún lugar del mundo empieza la primavera mientras los corazones se estremecen y aflora la vida en las calles.
Todo sucede y palpita en ese mismo momento.
Absolutamente todo…
(Escrito en mi libreta hace unos días volando de vuelta desde Alemania…)
«…si tienes miedo de hacerte daño, aumentan las proabilidades de que eso mismo suceda. Fíjate en los funambulistas, ¿crees que piensan en que tal vez caerán cuando caminan cuidadosamente por la cuerda? No, ellos aceptan ese riesgo y disfrutan del placer que les proporciona desafiar el peligro. Si te pasas la vida procurando no romperte nada, te aburrirás terriblemente…¡No conozco nada más divertido que la imprudencia!…»
– La Mecánica del Corazón – Mathias Malzieu
Hace dos noches tuve el placer de ver a Sabina en directo; y como de costumbre lo disfruté enormemente. Es casi parte de mi familia.
Fui a su primer concierto con 8 años aproximadamente. Recuerdo perfectamente lo emocionada que estaba por ir, y como lo contaba a mis amigas del colegio. Curiosamente en aquel concierto, por un problema aéreo no pudo llegar Sabina a tiempo y tuvieron que hacerlo al día siguiente! jajaja….
Desde entonces no he faltado a una gira y siempre he ido a sus conciertos acompañada de mi familia. Recuerdo especialmente con cariño aquellos conciertos en los que mi familia estaba completa y podíamos estar todos juntos. Mi favorito fue el de la gira de Nos sobran los motivos, que se plasmó en un discazo poco después. Recuerdo cómo me maravillaban las versiones de canciones clásicas como la nueva Princesa Rockera, mezclada con Barbie Superstar, las Medias Negras salseras y el previo a Y sin embargo, cantado por una Olga Román sublime.
Cantaba con mi padre, mientras mi madre bailaba, miraba a mi hermano y sonreía. Nos dábamos la mano cantando Y nos dieron las diez y vibrábamos con el Pirata Cojo. Mi hermana aún no venía a los conciertos, se apuntó un poco más tarde, pero la tenía presente. Esa es mi foto mental, con la que me quedo. Después fui con unos o con otros pero no con todos y en sitios más dispares como Úbeda, donde fui con mi padre y mi amigo Vic; y Palma, donde fui con mi hermano, mi chico y compañeros de trabajo.
Los tiempos cambian, como cambia Sabina, más poeta y melancólico que nunca. Él me acompaña y me encantaría algún día poder darle las gracias por tanto sentimiento. Hasta entonces, seguiré cantando a voz en grito en el coche.
Vinagre y rosas me suena a despedida, a tengo ganas de poesía y ya no estoy para estos trotes. Y sin embargo, se que hay un Sabina eléctrico que nos echará de menos y volverá a regalarnos un gran directo, exclusivo o compartido.
«Dame enseñanza
préstame tus recuerdos
tú me das confianza
tienes lo que deseo.
Tienen tus gestos
aire de haber vivido
no pisaba las clases
y ahora estudio sin libros.
Tus modos, tu forma de ser
tu forma de pedir café
tus frases, tu forma de amar
tu forma de resucitar.»
Mientras preparo un nuevo regreso, os dejo un trocito de lo que hoy cantaba conduciendo por tierras galegas en un ratito conmigo misma… Hay mucho por contar, dos borradores por publicar y una maleta robada. Historias, siempre inesperadas, a la vuelta de cada esquina.
«…Gira el haz de luz
para que se vea desde alta mar yo buscaba el rumbo de regreso
sin quererlo encontrar
Pie detrás de pie
iba tras el pulso de claridad la noche cerrada, apenas se abría,
se volvía a cerrar.
Un faro quieto
nada sería
guía, mientras
no deje de girar no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad
para que se vea desde alta mar
de poco le sirve al navegante
que no sepa esperar.
Pie detrás de pie
no hay otra manera de caminar
la noche del Cabo
revelada en un inmenso radar….» Maestro J.Drexler
PS: Hoy escuchaba a Drexler tumbada en la hierba, recogiendo el sol que queda despues de trabajar y nadar un poquito. Volver a escuchar este tema entre mis preferidas del iPod me llenó de ganas por compartirlo con vosotros…. Feliz comienzo de semana, navegantes. Namasté.
Contacto con vosotros para haceros saber que se acerca el fin de vuestro contrato. Por la presente os ruego procedais a evacuar el espacio de mi corazón ubicado en la Avenida del Pasado o bien acceder a la compra de dicho lugar, con el fin de interrumpir los lazos que mantenemos en la actualidad.
La ignorancia mutua no ha sido suficiente. En algún momento me he visto obligada a mover las cajas de recuerdos que guardais en el desván común. El polvo acumulado consiguió marearme y sentí vértigo. No me agrada esa sensación, motivo por el cual moveré los recuerdos a vuestras dependencias particulares antes de proceder a la interrupción de nuestro contacto.
No quiero sentir mío lo que no es presente. Este momento de ahora es la única realidad que deseo tener en propiedad.
Adjunto en esta comunicación el contrato de propiedad de vuestra propia residencia, que ya no será mía y a la que no tendré acceso. El precio acordado como veréis, es justo para ambas partes: el descanso y libertad de mi alma, añadido a la consciencia de haber intentado mantener una relación cordial en el presente, ya mencionado como única realidad.
Por mi cuenta correrán los gastos de la aceptación, pagando previas tasas de melancolía que entiendo deben ser asumidas por mi parte. Os agradezco todo lo compartido y la relación mantenida a lo largo de los años.
Deseándoos lo mejor en vuestra nueva etapa de independencia de mis recuerdos,
Días atrás tomaba esta imagen amaneciendo frente al mar…
Azul es mi terapia. Azul océano. Azul anochecer.
Azul comunicación acumulada. Azul confianza.
Azul cielo limpio tras tormenta. Azul en mis ojos.
Azul descanso.
Había una vez una niña que no se sabía querer bien. No recordaba si era porque no la habían enseñado o por otro motivo. Sentía que no encajaba, que la iban a rechazar o a mirar con desprecio. Era una cosa tan de dentro que ella no la podía explicar. Insegura, temerosa sobre las opiniones ajenas.
Desde pequeña fue una niña alegre y cascabelera. Sus ojitos de miel estaban a veces vagos y desorientados y por eso llevaba sus gafas y a veces un parche para hacer trabajar al ojo izquierdo, más fantasioso y con tendencia a evadirse. Todos sabemos que a veces los otros niños no son buenos con los «bichos raros». Se rieron de ella en el colegio, por supuesto, no iban a dejar pasar suculenta oportunidad. Ella seguía siendo alegre, jugaba a los teatros con sus amigos y construía sueños en una cabaña del bosque.
Las mofas se mezclaron con una pubertad temprana, complejos por kilos de más, y los posos de la inseguridad se asentaron para siempre en el alma de esta niña. Hay cosas que no se olvidan y vosotros sabréis también que lo vivido en la infancia nos acompaña siempre, verdad?
Poco a poco, la niña fue utilizando los posos de miedo e inseguridad para elaborar una coraza. Las lágrimas secas y la desazón la ayudaron a fortalecerla. Pasados los años se daría cuenta de que esa coraza la mostraba como una persona muy segura de sí misma y con el control de la situación, ¡qué ironía! Ella! Que se sentía taaaan minúscula…
Nuestra niña era una trabajadora constante y no dejó de luchar, dando lo mejor de sí en el colegio, en el instituto y cuando estudió su carrera. Siempre sentía incertidumbre al integrarse en nuevas clases. Con el tiempo comenzó a establecer una dinámica de comportamiento por la cual solía «observar el terrritorio» cuando interactuaba con nuevos grupos de gente. Una vez se sentía cómoda, podría ser ella misma, pero en las primeras distancias no podía quitarse los posos del juicio ajeno. A ella le daba rabia no sentir que fluía la naturalidad desde el comienzo, sin embargo, no podía evitarlo y aceptaba esta forma de ser.
Un buen día, leyendo una revista trivial, encontró un artículo en ella con un contenido para nada frívolo. Una detallada descripción de las señales de una mala autoestima la hicieron reflexionar sobre sí misma y la manera de relacionarse consigo misma. Ese fue el comienzo de un camino que posiblemente no terminará nunca para ella. Una chispa.
Comenzó por presionarse y exigirse menos, aceptar poco a poco que ella «era así» e intentar valorar sus cosas positivas, en lugar de señalar constantemente sus defectos y machacarse. Empezó simplemente a respetarse, para caminar hacia el amor propio.
El trabajo se desarrollaría a fuego lento, como todo eso que nos cuesta esfuerzo y tanto valoramos al alcanzarlo (aunque sea en «porciones»). Como decíamos antes, es un camino que aún ella sigue recorriendo, a veces más rápido, a veces más despacio, otras veces parándose en silencio para «hacerse bola». Descalza o con botas de montaña, sabe que cuanto más avance en ese camino, más ligera se sentirá.
Otro de sus descubrimientos, otra chispa, fue darse cuenta de la mayor de las verdades: estamos solos. Nacemos y morimos solos. Nuestros compañeros, familiares y amigos son acompañantes durante el camino, por más o menos tiempo. Por poco romántica que sea este idea, a nuestra niña le impulsó a valorar esas compañías y regalos de la vida. Se enfrentó al mayor regalo que recibimos, aquel que tememos aceptar por la valentía que implica: la libertad y responsabilidad personal.
Disfrutar de sí misma, hacer cosas por y para ella, tomaron otro sentido entonces. Seguía lidiando con la melancolía y la desazón de su romanticismo, conservando la razón de su realidad. Comenzaba a forjar el adulto que cuidaría de la niña.
La niña seguía su vida, se conocía mejor, y en este vivir se fue olvidando de los juicios ajenos. Por supuesto que se sentía inquieta al entrar en contacto con nuevos grupos de trabajo o compañeros, pero el disfrutar de sí misma, alimentándose con experiencias, primaba sobre la preocupación o la inquietud de las opiniones de los demás.
De este modo, sin importarle tanto encajar en un sitio, recibía las muestras de simpatía de las otras personas. Este afecto no buscado la reconfortaba. Simplemente siendo ella, recibía, sin necesidad de demostrar nada. No era más que nadie; tampoco menos.
Y así fue como la niña continuó su camino. Cuanto más se dirigía hacia sí mísma, más naturalidad la acompañaba. Sentía que cada mañana iba al colegio de la vida con la mochila más descargada. Brincaba ligera y cantaba (si lo hacía bien o mal, cada vez le importaba menos…).
Y colorín colorado, nadie dijo que esta historia se ha terminado… Estonosepara…. estonosepara….
«….No me digas, no me digas que hoy te has fijao
Después de las noches que he pasado a tu lado
No me digas que hoy me ves especial “sobrenatural”
Soy del montón y no estoy de rebajas…»
Nuevos horizontes de sensaciones se tienden ante nosotros
cuando vivimos la vida sin zapatos…
«…déjame sólo conmigo,
con el íntimo enemigo que malvive de pensión en mi corazón,
el receloso, el fugitivo, el más oscuro de los dos,
el pariente pobre de la duda.
El que nunca se desnuda si no me desnudo yo,
el caprichoso, el orgulloso,
el otro el cómplice traidor.
A ti te estoy hablando, a ti, que nunca sigues mis consejos,
a ti te estoy gritando, a ti, que estás metido en mi pellejo,
a ti que estás llorando ahí, al otro lado del espejo,
a ti que no te debo, más que el empujón de anoche
que me llevó a escribir esta canción…»