Decía que no me gusta el otoño, verdad?
Pues a mi vida ha llegado la Prima-Vera! Desde ayer soy mamá de una preciosa planta de aloe a la que he llamado Vera
.
Es preciosa preciosísima, de unas hojas suaves y ella se va a encargar de aliviar mis noches de soledad. Su mera presencia me aporta serenidad; presidirá mi puerta, me sonreirá y se alegrará de que vuelva a casa.
La acaricio y le hablo, de hecho hoy va a dormir en el suelo a mi lado y mañana la dejaré en la puerta de nuevo. Como se va a poner grande, le quitaré hojas cuando le sobren y las guardaré para curarme heridas, o hacerme maravillosas mascarillas purificantes.
La elegí de entre las decenas de plantas que tenía mi profesor de yoga. Era la más pequeña y bonita de todas, bella en su sencillez, verde y pura, serena y tranquila. No habla, pero se que me escucha.
Su nombre representa la verdad, lo esencial, por eso me gustó.
Os presento a Vera… ¿a que es preciosa? 🙂
PS: Debe parecer cómico desde fuera verme mover la planta de un lado al otro pero estoy emocionada por su llegada; nunca he cuidado bien de una planta y ésta es muy especial… Se pondrá muy grande, a medida que yo me sigo enfrentando a cosas nuevas, retos, experiencias…