El podcast de esta semana se viste de blanco, como la noche de luna llena que está al caer…
La Agonía Blanca, de Luis G.Urbina
Blanca como esta noche no he visto cosa alguna:
ni el mármol, ni la nieve, ni el armiño. Semeja
el cielo, un gran abismo de plata, que refleja
su luz, en otro abismo de cristal: la laguna.
Sólo, de tarde, en tarde, pasa, pequeña y bruna,
la góndola, que efímero surco ondulante deja;
y cuando, hacia las brumas rutilantes, se aleja,
todo es latir de astros; todo, fulgor de luna.
¿Donde están los colores? En uno se han fundido.
El negro huyó a esconderse. El azul se ha dormido.
El blanco, puro y virgen, sus imperios rescata.
Y en silencio vasto, sideral y profundo,
parece que esta noche se va a morir el mundo
con una inmensa muerte de cristal y de plata.
Mientras aterrizo en un lunes menos tremendista (porque ahí está la Semana Santa que nos dará unos días de evasión), recordando una maravillosa tarde de domingo, os dejo el podcast semanal, con ese mismo título.
Se trata de un relato de Luis del Val, breve, pero con mucho encanto.
Y a cuento de esto, ¿Cómo ha ido vuestro domingo? 🙂
Feliz Semana.
PS: A ver si esta semana nos arrancamos un pensamiento, que los tengo abandonaos, y nos toca la G de… ¿qué os sugiere? 😉
Éste es, para mí, el capítulo más divertido de ‘El principito‘. Cuando se lo leí a alguien por primera vez me costó mantener la compostura y no echarme a reir en algunas ocasiones. El principito comienza a visitar otros planetas y se encuentra con un Rey, en un pequeño planeta.
Esta semana traigo al podcast el que era mi poema preferido cuando era niña. Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Neruda, era un libro básico en mi casa, tanto que incluso teníamos varias ediciones.
El que hoy leo para el podcast es la melancolía hecha poema y pocas más palabras necesita para introducirlo.
¡Espero que os guste!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Esta semana traigo a mi podcast uno de mis poemas preferidos de Gioconda Belli. Tiene un estilo propio y me cautiva. Es especial.
En este poema me reflejo a menudo, me gusta muchísimo, y espero que a vosotras también. Hablo en femenino porque en el ojo de la mujer se refleja nuestra naturaleza desde multitud de ámbitos, de una manera cautivadora. Sin duda os lo recomiendo. Y sin más os dejo el texto y el podcast, que se acompaña de la melancólica versión de Nature Boy, de Ike Quebec (gracias Che).
En mi corazón asocio esta canción a Days are Tired, de Marlango, pero no queda tan bien… 😉
«Siempre esta sensación de inquietud. De esperar más. Hoy son las mariposas y mañana será la tristeza inexplicable, el aburrimiento o la actividad desenfrenada por arreglar este o aquel cuarto, por coser, por ir aquí o allá a hacer mandados, mientras trato de tapar el universo con un dedo, hacer mi felicidad con ingredientes de receta de cocina, chupándome los dedos a ratos y a ratos sintiendo que nunca podré llenarme, que soy un barril sin fondo, sabiendo que “no me conformaré nunca” pero buscando absurdamente conformarme mientras mi cuerpo y mi mente se abren, se extienden como poros infinitos donde anida una mujer que hubiera deseado ser pájaro, mar, estrella, vientre profundo dando a luz universos, novas relucientes… y ando reventando palomitas de maíz en el cerebro, blancas motitas de algodón, ráfagas de poemas que me asaltan todo el día y hacen que quiera inflarme como globo para llenar el mundo, la naturaleza, para empaparme de todo y estar en todas partes, viviendo una y mil vidas diferentes…
Mas he de recordar que estoy aquí y que seguiré anhelando, agarrando pizquitas de claridad, haciendo yo misma mi vestido de sol, de luna, el vestido verde-color de tiempo con el que he soñado vivir alguna vez en Venus.» (Siempre – Extraido de «El ojo de la mujer» de Gioconda Belli)
Mientras me recupero de mi resfriado, antes de meterme en la cama con Frenadol, mi amante caliente con sabor a limón, os traigo un nuevo capítulo de El Principito.
En este capítulo conocemos a la flor, objeto de su amor y su melancolía, tan dulce y hermosa como frívola y caprichosa.
¿Queréis conocerla?
P.S.: Me he divertido mucho haciendo las voces… incluso el bostezo! jajaja… Feliz semana!
Fue el primer libro del que hablé en mi blog, hace casi 2 años y le ha llegado la hora de convertirse en protagonista de mi podcast. Se trata de Lo que le falta al tiempo, un libro magnífico, tanto por su historia, como por la interrelación de sus personajes y sobre todo por la extraordinaria manera de narrar de Ángela Becerra.
Si os apetece desaparecer del mapa durante 6 minutos, tomadme la mano y os llevo a París a conocer a Pascal y Mazarine. 🙂
Esta semana publico un podcast al que le tengo un especial cariño. Primero porque encaja la música y el texto a la perfección, y plasma una carta rasgada que sale del alma, como sucede con la música.
Es el primer libro que he leído en este año; fue una elección consciente, porque el título me lo sugería y me lo habían recomendado. Trasladándome a Costa Rica, donde Ariadna emprendía una aventura que cambiaría su vida, yo también dejé salir a mi Bruma aventurera, e incluso por momentos fantaseé con darle ese giro a mi vida.
La relación entre Ariadna y Jonás es pasional y arrolladora como la vida, tan apisonadora como a veces son las circunstancias en que nos vemos sumidos. Me gustó grabarla, tanto que salió a la primera, sin pausar la narración; y eso, para los 8 minutos de duración, es todo un reto. La sentí dentro, y por eso me gusta. Espero que a vosotros también! 🙂
Sobre el libro, os lo recomiendo. Espero leer la segunda parte, La sonrisa de Ariadna, muy pronto, cuando termine unos cuantos libros que tengo en cola.