Ese que firma como Anónimo en nuestras brumas, es también conocido como Che, o como Cabo do Mundo. Es mi padre, y hoy cumple 54 años como 54 soles.
No corren buenos tiempos, los ánimos escasean, pero es en esos momentos cuando debemos dejar pasar los rencores, dejar secar las heridas al viento, y correr como cuando éramos niños, sentir la fuerza del viento, el aroma del mar, el poder del amor.
Contemplar como una mano se tiende, como nos aferramos a ella y seguimos caminando. Porque tenemos piernas, porque somos afortunados.
Te quiero, Checito. Y hoy como regalo te traigo una canción que asocio a un momento en que te sentí muy cerca, cómplice. Tú me la dedicaste a mi y hoy te la dedico a ti. De nuestro maestro Sabina, también mi padre, porque he crecido a su lado.
No tengo má deseo que…
«Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel…»
Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.
Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.
Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana.
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.
Que no se ocupe de ti el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.
Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.







