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Corazones azules


Image by runversaillies

Recordaré la suavidad de los labios carnosos de Gonzalo y como mi alma se estremecía en nuestra despedida. Aquello que «no podía ser» aunque mi instinto y mi alma gritasen que ese era el camino. Mi corazón se encogió, encontré a Gonzalo entre sombras de azar en los años siguientes, se me seguía estremeciendo el alma a pesar de haber entregado mi corazón a otra persona.

Gonzalo me acompañará siempre. 10 años después de nuestra breve relación, volví a verle. Con la madurez de haberlo superado, le pregunté qué era lo que había pasado entonces. Él era el que me había buscado y luego, aunque decía quererme, no podía ser, faltaba esa chispa.

Con 10 años más Gonzalo seguía conservando su timidez y le constó reconocer que en aquel entonces estaba entre dos personas, no me eligió a mí. Se arrepintió, me decía, pero supongo que cuando el corazón te llama, si dejas algo pasar, vuelves a buscarlo en un momento u otro. Nosotros no teníamos que estar juntos. Por mucho que sufrí su desamor, el primero de ese nivel, en lugar donde me encuentro hoy no sería el mismo.

Una cita que compartimos y me hizo enamorarme más de él por aquel entonces «No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió», del Maestro Sabina. Sucedió, y como dice la canción…. «y no volví más -a tu puesto del rastro a comprarte, corazones de miga de pan, sombreritos de lata- …»

Las personas nos marcan. A veces somos nosotros los que marcamos a los demás, consciente o inconscientemente. Yo fui el origen de los desamores de otros. Comprendí tiempo después que cuando falta esa «chispa», por mucho que racionalmente quieras enamorarte, no se puede. Me quisieron de maneras preciosas, como Gonzalo no supo quererme. Y yo no super querer a quien me quiso de la manera más hermosa, con la devoción y la poesía que solo el amor más puro e inocente es capaz de querer.

Son espirales y ciclos una vez más los que veo alrededor. Ese Todo se transforma que canta Drexler. Cuando hace días miraba los pequeños tesoros de mis cajas de recuerdos, me volvía a sorprender de tanto amor recibido, fortuna que no pude corresponder como debía y corazón que endurecí sabiendo que no lo merecían. Tampoco merecía yo el beso roto de Gonzalo ni haber descubierto el mar del invierno en sus ojos azules.

«Tu beso se hizo calor,
luego el calor, movimiento,
luego gota de sudor
que se hizo vapor, luego viento
que en un rincón de La Rioja
movió el aspa de un molino
mientras se pisaba el vino
que bebió tu boca roja.

Tu boca roja en la mía,
la copa que gira en mi mano,
y mientras el vino caía
supe que de algún lejano
rincón de otra galaxia,
el amor que me darías,
transformado, volvería
un día a darte las gracias.

Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.

El vino que pagué yo,
con aquel euro italiano
que había estado en un vagón
antes de estar en mi mano,
y antes de eso en Torino,
y antes de Torino, en Prato,
donde hicieron mi zapato
sobre el que caería el vino.

Zapato que en unas horas
buscaré bajo tu cama
con las luces de la aurora,
junto a tus sandalias planas
que compraste aquella vez
en Salvador de Bahía,
donde a otro diste el amor
que hoy yo te devolvería……
»

8 respuestas a «Corazones azules»

El amor que es así de caprichoso e injusto… Ver que esas espirales forman parte de la vida es lo que mas nos cuesta! aunque sepamos que nos han querido de una manera u otra.
😉

Me quedo con que al mirar atrás, tienes el recuerdo de haber vivido y tienes el presente de haber superado los momentos dolorosos, haber aprendido de ellos. Lo que no tiene que ser, no es, y afortunadamente lo que es para ti no te lo puede quitar nadie.
Besos llenos de recuerdos

Y ese corazón que es más sabio y más fuerte, esas vivencias que te construyen y te han llevado al lugar que ahora amas. Somos las fichas de este juego de amar y desamar y todos vamos aprendiendo, la mayoría sin ser ni el malo ni el bueno del «cuento»…

Un abrazo fuerte.

Hay ocasiones en las q por azar nos encontramos con pedazos q nos resultan familiares, como si la manera de filtrar la realidad, esa nuestra realidad, ya la hubieran filtrado en otro lugar, quizá en otro tiempo incluso…. Me gusta leerte, bruma, porque me resultas familiar, aunque te encontré por azar. Pero te conservarè, y en la medida que tus palabras y versos sigan ocupando el espacio, me encantarà escucharlos…

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