Hacía ya tiempo que no conocíais las aventuras de mi pequeña compañera. Ella no cesa de pedirme nuevos viajes, le encanta conocer gente nueva y explorar.
La semana pasada pude llevarla conmigo a Sevilla. Ya le había hablado de ella, allí pasé 8 años y viví muchas cosas que he compartido con Olivia. Por eso ella lo disfrutó incluso más! Me decía todo el rato: «y aquí era donde tú paseabas con la Mujer Sonriente? Ahhh y aquí donde tomabas tapitas con Tronan? de verdad? Puedo probar el tinto de verano? Me pides un montadito de salmorejo y jamón?» ¡Es tremenda! ¡No paraba!
Conoció a mis sobrinitos postizos y causó sensación, formando parte de todos los juegos y actividades y diciendo insistentemente: ¡No soy una oveja, soy una cabra! (Me sorprendió ver la popularidad de las ovejas entre los niños… pero si son muy tontassss! Las cabras molan mucho más… pero esto da para otro post)
Después de jugar, terminamos casi afónicas (Olivia tiene la voz grave y algo rasposa, porque las cabras normalmente no hablan nuestro idioma y lo hace de una manera particular), y Olivia regresó agotada durmiendo en mi bolso.
Paseamos junto al Guadalquivir, la Giralda y la Torre del Oro, tomamos tapitas y vinos, disfrutamos de los amigos y volvimos con las pilas cargadas. Es lo que tienen las distancias, echas mucho de menos pero siempre hay una motivación para volar y encontrar esos brazos que parece despedías ayer en ese mismo aeropuerto.
Hace un tiempo os hablé de un situación que vivía con una compañera de trabajo, ¿os acordáis? (sino, leer aquí)
El tiempo fue pasando y mi relación con esta persona fue mejorando, fui cogiendo un poco más de seguridad y confianza y me dejó de quitar la energía que me quitaba al principio. Cierto es que es una persona agresiva por naturaleza y que utiliza una serie de mecanismos de defensa basados en el ataque. Las ironías de la vida me regalaron una separación temporal en la oficina y posteriormente se planteó la misión de tenerla como compañera a mi lado. Una de cal y una de arena.
Cuando nos mudamos de oficina yo ya sabía que estaría a mi lado, quizá incluso fue una decisión de mi jefa, al considerarme la persona más conciliadora del equipo (y prácticamente la única que se hablaba con ella en esas fechas). Quizá fue casualidad. Sin embargo, para mí supuso todo un reto.
Me considero una persona bastante inquieta, algo quisquillosa con las manías ajenas, pero con esta experiencia me estoy descubriendo como persona paciente y tolerante (aunque me haya planteado hacer un muñeco de vudú con mi querida vecina de mesa).
Para poneros en situación, esta persona, ya enemistada con casi todos los compañeros, es alguien que se refugia en el orgullo de «yo soy así» para comportarse como una persona maleducada que se cree poseedora de toda la razón. A mí me da pena porque no es capaz de ver mas allá, y posiblemente con algo de ingenuidad por mi parte, intento pensar que no hay maldad en muchas de las cosas que hace, sino que simplemente es un completo desastre. Como meter un elefante en una cacharrería. Tiene el don de empeorar las cosas si eso es posible.
Mi vecina aparte de ser torpe, basta, hablar alto, tirar cosas y carecer de «xeito» (buenas maneras), es mal educada, no le importa hacer ruido, camina arrastrando los pies, se cree poseedora de la razón y todo lo malo que le sucede es por causas ajenas mayoritariamente. Los malos somos todos nosotros que no la hemos tratado bien y somos muy susceptibles; es una incompetente trabajando porque no se la introdujo en la empresa como a los demás, los fallos que comete es por falta de información que nadie le ha dado -aunque cuando se le dió ella ya lo sabía todo-, etc etc etc….
No parece importarle hacer bien su trabajo y quizá invierte trabajando el 10% del tiempo de la jornada, entre visitas al facebook, páginas de descuentos, cigarros, cafés y paseos… No se sonroja por aparecer la última en el listado de resultados individual de los miembros del equipo, porque por supuesto, la causa de sus malos resultados, no es su incompetencia sino que sus clientes son los más difíciles.
En breve se termina su contrato y casi está cantado que nos regalará su ausencia, aunque ella ya lo está «vendiendo» como que se marchará ella, porque nunca se ha terminado de adaptar, no se siente a gusto y no le gusta el trabajo (cualquiera lo diría!).
Está claro que no hay más ciego que aquel que no quiere ver. Ella me ha enseñado eso y muchas cosas más. Me he enfrentado con la agresividad, la envidia, la intolerancia, la incomprensión y la individualidad. Cuando crees en el diálogo y la comunicación, cuesta pensar que por muchos argumentos que plantees, haya alguien que no puede ver más allá de sus propios bloqueos. Quizá sí ve, pero no comunica. Quizá su manera de molestar es un modo de llamar la atención y su actitud de «no me importais en absoluto» denote precisamente lo contrario.
Por mucho que intente comprender y analizar, yo no lo sé. Solo se que hay personas barrera a las que sencillamente merece la pena saltar y dejar atrás.
PS: Motivación de la semana… El concierto de Vetusta Morla el sábado… :-))))) ¿cual es la tuya?
«…Si yo,recorro de memoria el guión,
tú ve de puerta en puerta a buscar, baldosas amarillas
para un funambulista imbatible
leyendo en braille los pasos del siguiente mortal….»
Desde que vi el tráiler tuve ganas de ver esta película. Tenía pinta de comedia divertida y con actores que me gustaban, parecía una apuesta segura. Ha sido mucho más que eso.
La película no es tan solo una historia con la interacción cómica de varios de sus personajes, sino una reflexión sobre el medioambiente y las repercusiones del cambio climático en la naturaleza. No sale con moralinas ni discursos, debes ser tú y tu sensibilidad los que saquéis de ella todo lo que contiene. Debes ser tú quien reflexiones sobre lo que haces o no haces por la naturaleza.
La fotografía es deliciosa, las imágenes parecen tomadas de super películas americanas, con esos bosques canadienses y esos paisajes impresionantes. Esta vez no es Canadá, es Asturias, donde la naturaleza quita la respiración. Realmente la película supone un placer visual, unas vistas increíbles de lugares que tenemos “aquí mismo”. En esos paisajes tengo asociadas vivencias muy importantes para mí y quizá por eso el nivel de sensibilidad era mayor aún.
Me da pena que esta película no durase en cartel más que escasas semanas, mientras que las super producciones hollywoodienses copaban varias salas de los multicines durante casi meses. Me da pena que no haya verdadero respeto por la naturaleza en nuestra sociedad, que se sigan construyendo carreteras a través de parques naturales donde habitan los últimos linces que nos quedan. Me encoge el corazón recordar aquellas osas que visité en Asturias hace años, Paca y Tola, que vivían solas la montaña. Me estruja el pecho pensar que llegue el día en que ya no estén, ni ellas ni sus hermanas. Quizá tenga que verlo en los años por venir, parece que estamos condenados. Pero quizá no. Porque siempre hay un camino, una lucha y una esperanza.
Hay tantas cosas que cuestan tan poco y podrían suponer un mundo si todos las llevásemos a cabo… Piensa globalmente, actúa localmente, ya sabes.
Yo te recomiendo esta película. Te reirás, disfrutarás de una fotografía excelente y si te gusta la naturaleza, te apretará un poquito el corazón. Pero eso, también es necesario. No olvidar. 🙂
Namasté.
Sentada sobre la cama, me dejaba despertar lentamente.
Entre la desazón y la inquietud, algo me impulsó a mirar al techo.
¿Estaba ayer allí esa mancha de humedad?
Si es tan grande, tendría que haberla visto…
Entonces pensé en la melancolía y en como se asemeja a la humedad.
A ambas las descubres cuando casi se adueñan de ti.
Ambas parecen llegar para quedarse.
Me pinto las uñas con los besos que no me diste.
Son azules, oscuras, brillantes y diferentes.
Están hechas de despecho, melancolía y noches largas.
Despacito trazo con el pincel el color sobre mí.
Yo pinto, yo decido, yo dibujo.
Mi corazón es azul y mis uñas se tiñen a juego.
Cubro tu recuerdo con el mismo esmalte. Azul.
Y capa tras capa te difuminas entre colores de ausencia.
Mientras tanto yo tranquila.
Pinto, decido, dibujo.