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Desde mis Brumas En mis ojos Mi Camino

Buen Camino

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Esta pintada la encontré en mi primera jornada de camino de Santiago, allá por el verano de 2008 (como pasa el tiempo!!). Comencé a caminar en Villafranca del Bierzo, donde mi mamaíta me miraba marchar orgullosa de mi misma, con esa cara de madre preocupada tan tierna.

Caminaba contenta temprano en la mañana y los otros peregrinos con los que me cruzaba me decían: ¡Buen camino! y yo les respondía, igualmente! jajaja… La respuesta entre peregrinos no es esa sino también Buen Camino, como quien se da los buenos días. Esa energía, esos buenos deseos, me fascinaban. Era una de las pequeñas cosas simples del camino que se hicieron enormes para mi (tan enorme y trascendente como podía ser la ducha de final de camino, o el caldito galego que me tomaba en cuanto podía).

Me gustan los buenos deseos sinceros, como los que a veces he intercambiado en correos de trabajo incluso. «Espero que estés teniendo un buen día»; «Que tengas un feliz fin de semana»; «Buen comienzo de semana»; «Mucho ánimo con el lunes», etc, etc. Pueden ser fórmulas de cortesía en ocasiones pero estoy segura de que tienen una base de buen deseo, al menos por mi parte, y por eso me gustan.

Recuerdo la alegría con la que mi compañero de camino Antonio decía: ¡Buen camino peregrino! Era imposible que no te hiciera sonreir al verle, tan grandote, con su sombrero de paja y sus buenos deseos.

Hace unos minutos, buscando unas imágenes en mis archivos de años pasados llegué a las fotos del Camino, que tiempo atrás ponía con más regularidad. Al encontrar esta me acordé de vosotros, los valientes caminantes de vuestra propia vida. Ojalá en la vida nos encontremos flechitas amarillas cuando estemos desorientados y buenos deseos llenos de energía. Quizá estén camuflados, pero nosotros, quienes sabemos que lo esencial es invisible a los ojos, las sabremos encontrar. ¿A que sí?

Namasté, navegantes buenagente. 🙂

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Batallando con el mundo Desde mis Brumas Musica

La niña que no se quería bien

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Image by thetruthfullliar

Había una vez una niña que no se sabía querer bien. No recordaba si era porque no la habían enseñado o por otro motivo. Sentía que no encajaba, que la iban a rechazar o a mirar con desprecio. Era una cosa tan de dentro que ella no la podía explicar. Insegura, temerosa sobre las opiniones ajenas.

Desde pequeña fue una niña alegre y cascabelera. Sus ojitos de miel estaban a veces vagos y desorientados y por eso llevaba sus gafas y a veces un parche para hacer trabajar al ojo izquierdo, más fantasioso y con tendencia a evadirse. Todos sabemos que a veces los otros niños no son buenos con los «bichos raros». Se rieron de ella en el colegio, por supuesto, no iban a dejar pasar suculenta oportunidad. Ella seguía siendo alegre, jugaba a los teatros con sus amigos y construía sueños en una cabaña del bosque.

Las mofas se mezclaron con una pubertad temprana, complejos por kilos de más, y los posos de la inseguridad se asentaron para siempre en el alma de esta niña. Hay cosas que no se olvidan y vosotros sabréis también que lo vivido en la infancia nos acompaña siempre, verdad?

Poco a poco, la niña fue utilizando los posos de miedo e inseguridad para elaborar una coraza. Las lágrimas secas y la desazón la ayudaron a fortalecerla. Pasados los años se daría cuenta de que esa coraza la mostraba como una persona muy segura de sí misma y con el control de la situación, ¡qué ironía! Ella! Que se sentía taaaan minúscula…

Nuestra niña era una trabajadora constante y no dejó de luchar, dando lo mejor de sí en el colegio, en el instituto y cuando estudió su carrera. Siempre sentía incertidumbre al integrarse en nuevas clases. Con el tiempo comenzó a establecer una dinámica de comportamiento por la cual solía «observar el terrritorio» cuando interactuaba con nuevos grupos de gente. Una vez se sentía cómoda, podría ser ella misma, pero en las primeras distancias no podía quitarse los posos del juicio ajeno. A ella le daba rabia no sentir que fluía la naturalidad desde el comienzo, sin embargo, no podía evitarlo y aceptaba esta forma de ser.

Un buen día, leyendo una revista trivial, encontró un artículo en ella con un contenido para nada frívolo. Una detallada descripción de las señales de una mala autoestima la hicieron reflexionar sobre sí misma y la manera de relacionarse consigo misma. Ese fue el comienzo de un camino que posiblemente no terminará nunca para ella. Una chispa.

Comenzó por presionarse y exigirse menos, aceptar poco a poco que ella «era así» e intentar valorar sus cosas positivas, en lugar de señalar constantemente sus defectos y machacarse. Empezó simplemente a respetarse, para caminar hacia el amor propio.

El trabajo se desarrollaría a fuego lento, como todo eso que nos cuesta esfuerzo y tanto valoramos al alcanzarlo (aunque sea en «porciones»). Como decíamos antes, es un camino que aún ella sigue recorriendo, a veces más rápido, a veces más despacio, otras veces parándose en silencio para «hacerse bola». Descalza o con botas de montaña, sabe que cuanto más avance en ese camino, más ligera se sentirá.

Otro de sus descubrimientos, otra chispa, fue darse cuenta de la mayor de las verdades: estamos solos. Nacemos y morimos solos. Nuestros compañeros, familiares y amigos son acompañantes durante el camino, por más o menos tiempo. Por poco romántica que sea este idea, a nuestra niña le impulsó a valorar esas compañías y regalos de la vida. Se enfrentó al mayor regalo que recibimos, aquel que tememos aceptar por la valentía que implica: la libertad y responsabilidad personal.

Disfrutar de sí misma, hacer cosas por y para ella, tomaron otro sentido entonces. Seguía lidiando con la melancolía y la desazón de su romanticismo, conservando la razón de su realidad. Comenzaba a forjar el adulto que cuidaría de la niña.

La niña seguía su vida, se conocía mejor, y en este vivir se fue olvidando de los juicios ajenos. Por supuesto que se sentía inquieta al entrar en contacto con nuevos grupos de trabajo o compañeros, pero el disfrutar de sí misma, alimentándose con experiencias, primaba sobre la preocupación o la inquietud de las opiniones de los demás.

De este modo, sin importarle tanto encajar en un sitio, recibía las muestras de simpatía de las otras personas. Este afecto no buscado la reconfortaba. Simplemente siendo ella, recibía, sin necesidad de demostrar nada. No era más que nadie; tampoco menos.

Y así fue como la niña continuó su camino. Cuanto más se dirigía hacia sí mísma, más naturalidad la acompañaba. Sentía que cada mañana iba al colegio de la vida con la mochila más descargada. Brincaba ligera y cantaba (si lo hacía bien o mal, cada vez le importaba menos…).

Y colorín colorado, nadie dijo que esta historia se ha terminado…
Estonosepara…. estonosepara….

«….No me digas, no me digas que hoy te has fijao
Después de las noches que he pasado a tu lado
No me digas que hoy me ves especial “sobrenatural”
Soy del montón y no estoy de rebajas…»

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Batallando con el mundo Divagaciones Musica

Sin zapatos

Nuevos horizontes de sensaciones se tienden ante nosotros
cuando vivimos la vida sin zapatos…

sin-zapatos

«…déjame sólo conmigo,
con el íntimo enemigo que malvive de pensión en mi corazón,
el receloso, el fugitivo, el más oscuro de los dos,
el pariente pobre de la duda.
El que nunca se desnuda si no me desnudo yo,
el caprichoso, el orgulloso,
el otro el cómplice traidor.

A ti te estoy hablando, a ti, que nunca sigues mis consejos,
a ti te estoy gritando, a ti, que estás metido en mi pellejo,
a ti que estás llorando ahí, al otro lado del espejo,
a ti que no te debo, más que el empujón de anoche
que me llevó a escribir esta canción…»

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De todo un poco Divagaciones

Cocinando la vida

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Image by esotericsean

La cosecha, esta era una de las runas más frecuentes que yo sacaba tiempo atrás. Aunque últimamente las utilizo menos, no dejo de recordar su sabiduría: «Hacemos sin hacer, y todo se hace».

Como sucede al cocinar, necesitamos disponer de un determinado número de ingredientes para cocinar un plato. Estos ingredientes han necesitado su tiempo en la tierra para llegar a nosotros y necesitarán de tiempo y buen hacer para componer lo que deseemos cocinar hoy.

Parece que vamos adquiriendo mayores cualidades cocinando nuestra vida a lo largo de los años. Manejamos las especias con intuición. Sabemos que a veces es mejor utilizar solo un condimento y en el momento preciso, por ejemplo, antes de servirlo. Otras veces combinamos varias hierbas y especias entre sí, que dan sabor y armonía a nuestro plato.

Si sabemos lo que queremos cocinar será siempre más fácil disfrutar saborando la vida. Si un día nos falta una especia, nos adaptaremos y buscaremos otra; surgirán nuevas combinaciones de nuestra imaginación. Se nos quemarán las lentejas alguna vez, claro que si, no somos perfect@s; otras veces nos sorprenderemos del sabor de nuestra crema de verduras con queso de cabra.

Tiempo, cariño y buenos ingredientes serán la base de nuestra cocina.
Las especias: picantes, aromáticas y gustosas acompañantes.
Somos cocineros de nuestro destino.
Mordiendo la vida con gusto… Bon appetit!

Mientras cocino la vida voy cantando….

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Batallando con el mundo Consultorio Desde mis Brumas Divagaciones

Coaching Happens!

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Image by p0rg1

Cuando las lineas del auto-descubrimiento confluyen,
yo desaparezco en ti para escucharte.
Me convierto en un espejo y reflejo tu mejor versión.
Miras tus manos y comienzas a darte cuenta, a ser consciente del poder de la acción y la voluntad.
Espirales se revuelven en tu interior,
entre la sorpresa y la maravilla de descubrirte.
Eres capaz de tornar las espirales negativas… «No puedo hacerlo…»

Alimentamos la motivación. Observamos nuestro mapa.
Elegimos el destino. Trazamos la mejor ruta y ritmo para nosotros.
Comenzamos a caminar hacia nosotros mismos, dejando caer muchas cosas de la mochila que ya no vamos a necesitar.

Cada vez más ligeros nos sentimos mejor.
Más vivos, más felices, más equilibrados.
Más nosotros mismos. Más libres.

Por y para ti, coaching just happens!
Y todo cambia cuando descubres las llaves de tu vida en el bolsillo.

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Desde mis Brumas Divagaciones

Acepta-me

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Image by jojobatanesi

Y así me planto yo en esta noche y pienso: Ok tengo un ratito para escribir por fin. Entre tanto trasiego que suelo llevar encuentro el tiempo y ya no encuentro casi las palabras.

Sin embargo, al pararme y preguntarme qué puedo contar de mi vida reciente, afloran muchas reflexiones que normalmente se quedan en mi mente y no cristalizan en palabras. Algunas de ellas quizá puedan tomar forma en este divagar en que se han convertido mis posts ultimamente.

Reflexiono estos días mucho muchísmo sobre la aceptación y ahora al pensar en ello se me antojan metaforas maravillosas.

La aceptación puede ser un término que no usemos a menudo pero que implica amor, comprensión, apoyo, refugio. Cada uno le damos nuestro matiz en función a nuestras necesidades. Cuando no te sientes aceptado por las personas que quieres, es como una pieza de puzzle que no encaja. Puedes vivir con ello, pero algo no cuadra. Somos como somos, eso está claro. Nos parece más fácil quejarnos de los demás o de nosotros mismos en lugar de aceptar su-nuestra forma de ser como tal, con lo bueno y lo malo.

Aceptar no es resignarse ni limitarse. Simplemente asumir que dadas las circunstancias las cosas son así, y en esta situación ya podemos valorar qué actitud tomar al respecto.
Aceptamos y hacemos por nosotros mismos. Si nos referimos a relaciones, tejemos nuestra parte de la colcha, dejando también el espacio necesario para que la otra persona teja su parte. Hay personas con las que podemos conseguir resultados maravillosos; hay otras personas con las que no logramos armonía en los colores que utilizamos. La situación óptima es tejer lo que nos toque, nuestra parte, aceptando que la libertad de la otra persona puede que no utilice los mismos colores o diseños que haríamos nosotros.

Cuando aceptamos a los demás como son, supone una liberación. No queremos ni necesitamos cambiar a nadie y los defectos al asumirse tienen menos poder de crispación y decepción. Aceptando, nivelamos nuestras expectativas, y todo cambio-evolución supone una sorpresa a la que adaptarnos de nuevo. El Amor y el Respeto flotan por encima de la aceptación, liberando al otro de la presión (manifiesta o no) de «tener que» cambiar o de no ser como «debería» ser para la otra persona.

Aceptando, damos el espacio necesario a los demás para ser ellos mismos. Cultivamos la naturalidad y la claridad, el abono para las relaciones duraderas y fundamentadas.

Sentirme aceptada me gusta, aunque a veces la vida me impulse a decidir aceptar que no soy aceptada. «Acepto que no me aceptas.»

Y tú, ¿cómo enfrentas la aceptación? ¿Te sientes aceptado? ¿Y a los demás, crees que los aceptas?

«Se es…lo que se es
Lo que siempre se ha sido
Se siente…lo que se siente
En el centro del centro silente
Tenga o no tenga evidente sentido

Y rara vez se es… tal y como se quiere
Se llora lo que se llora
Uno no elige de quien se enamora
Ni elige que cosas a uno lo hieren

Y en lo mas sutil de los cuerpos sutiles
Lejos de la noria de causas y efectos
Se tiene el corazon que se trae por defecto
Asi como Aquiles por su talon es Aquiles»

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Musica

Toque de queda

Deleitándome con lo último de Jorge Drexler, Amar la Trama, de lo mejorcito que he escuchado en mucho tiempo. Este tema es impresionante, con Leonor de Marlango y una atmósfera nocturna entre las brumas…

Se que pronto os hablaré más de él… Feliz comienzo de semana!

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Desde mis Brumas Musica

Y despertar…

…implica muchas veces Aceptar, adaptarnos al cambio y seguir evolucionando cerrando las heridas que sufran nuestros pies en el camino.
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Image by lukeshannon

Aceptar, Aceptar, Aceptar me parece a veces la cumbre más codiciada. Esa calma en mi interior que se derive de aceptar aquello que termina, las puertas cerradas, las relaciones que cambian, lo que ya nunca vuelve.

Quizá simplemente deba caminar sin plantearme subir a ningún lugar, limitarme a seguir el proceso del camino. Quizá sea puntillosa, quizá impaciente, quizá cabezota, quizá inmadura.

Experimentamos pequeñas muertes. Son los duelos cotidianos, jarrones rotos que nunca volverán a estar enteros. Me cuesta mucho escribir y a la vez clarifica, mirarse en ese espejo que sois vosotros.

Es la niña la que llora y se rebela, la que no quiere aceptar. Llora, llora y llora durante 5 minutos. Exhausta y descargada, para. Sonrie levemente, más liberada. (Recuerda a la Cenicienta, que cuando rompió a llorar, lo hizo también por sus vidas pasadas). Y la pena vuelve como ola de mar para desbordarla unos cuantos minutos más. Piensa que cuando duerma y amanezca, las cosas no serán tan tristes, pulsará el botón de «reset» de su mente.

Suerte que hay un adulto dentro de todos nosotros, que nos llevará cola cao a la cama, nos arropará y nos recordará que «esto también pasará«.

Sintiendo

Aparte de la canción, acompañaría este post con su vídeo, aquí.

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De todo un poco Retazos

Despertar

Si es bueno vivir,
aún mejor es soñar,
y lo mejor de todo,
despertar.
– A. Machado

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– Image by marinshe