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Rompe un vaso

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«…solté una de sus manos, cogí un vaso y lo puse en el borde de la mesa.
–Se va a caer—dijo él.
–Exacto. Quiero que tú lo tires.
–¿Romper un vaso?
Sí, romper un vaso. Un gesto aparentemente simple, pero que implicaba miedos que nunca llegaremos a entender del todo. ¿Qué hay de malo en romper un vaso barato, si todos hemos hecho eso sin querer alguna vez en la vida?
–¿Romper un vaso? — repitió–. ¿Por qué?
–Podría dar algunas razones –respondí–. Pero la verdad es que es sencillamente por romperlo.
–¿Por ti?
–Claro que no.
Él miraba el vaso en el borde de la mesa, preocupado de que fuese a caerse.
Es un rito de pasaje, como tú mismo dices -tuve ganas de decirle–. Es lo prohibido. Los vasos no se sompren adrede. Cuando estamos en los restaurantes o en nuestras casas, procuramos que los vasos no queden en el borde de la mesa. Nuestro universo exige que tengamos cuidado para que los vasos no caigan al suelo.
Sin embargo, seguí pensando, cuando los rompemos sin querer, vemos que no era tan grave. El camarero dice «no tiene importancia», y nunca en mi vida he visto que en la cuenta de un restaurante hayan incluído en el precio de un vaso roto. Romper vasos forma parte de la vida y no nos hacemos daño a nosotros ni al restaurante ni al prójimo.
Moví la mesa. El vaso se bamboleó, pero noc ayó.
–¡Cuidado! –dijo él, insitintivamente.
–Rompe el vaso –insistí.
Rompe el vaso, pensaba para mí, porque es un gesto simbólico. Trata de entender que yo rompí dentro de mí cosas mucho más importantes que un vaso, y estoy feiz de haberlo hecho. Mira tu propia lucha interior, y rompe ese vaso.
Porque nuestros padres nos enseñaron a tener cuidado con los vasos, y con los cuerpos. Nos enseñaron que las pasiones de la infancia son imposibles, que no debemos alejar a hombres del sacerdocio, que las personas no hacen milagros, y que nadie sale de viaje sin saber adónde va.
Rompe el vaso, por favor, y libéranos de todos esos conceptos malditos, de esa manía de tener que explicarlo todo y hacer sólo aquello que los demás aprueban.
–Rompe ese vaso –pedí una vez más.
Él clavó su mirada en la mía. Después, despacio, deslizó la mano de la mesa hasta tocar el vaso. Con un rápido movimiento, lo empujó al suelo…»

– P.Coelho «A orillas del río piedra me senté y lloré»
Gracias a mi pequeño duende por enviarme este magnífico trocito que comparto con vosotros:-)

9 respuestas a «Rompe un vaso»

A mi lo que no me gusta de que se rompa un vaso es tener que recoger los cristales del suelo. Se hace añicos y dos días o más despues todavía te encuentras algún trocito por ahí perdido, debajo de un mueble que no moviste bien cuando barriste los pedazos.
Me da igual el vaso pero no me da igual tener que recogerlo, por eso prefiero cuidar que el vaso no se rompa, no por el valor del vaso, sino por el valor de mi tiempo.

Pero si quieres, si te libera, si lo necesitas… rompe un vaso… o dos… o un plato…grita y libérate!!

En mi opinión el vaso en la mesa representa el órden en el que queremos encerrarnos todos los días, mientras que el vaso roto es símbolo de transformación y caos.
Estoy a punto de romper uno porque en este momento de mi vida necesito un cambio. Recogeré los pedazos en el suelo con la ilusión de vivir mi próxima metamorfosis.

Frikineka: Yo tb te echaba de menos a ti…. te mando un abrazo bien fuerte!

Tongue: Rompe, salta, vuela!! camina hacia ti mismo, en tu mas pura esencia…. Un achuchon marca de la casa!!

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